sábado, 9 de julio de 2016

Una tarde en Barcino, con Meritxell Carreres


Un paseo siguiendo las huellas de los romanos en Barcelona de la mano de Meritxell Carreres, supone no sólo descubrir dónde podemos encontrar esos vestigios de Barcino, sino también, soñar a cada paso, con dónde vivían, qué comían, cuál era el ambiente de las termas romanas y el puerto, etc.


Cambiamos radicalmente nuestra concepción de Barcelona, y pasamos a imaginárnosla como una ciudad-resort, pequeña. Una colonia, residencia de legionarios romanos retirados y presidida por abundantes domus y un puñado de insulae.

Completamos en nuestra mente las dos murallas, la de la época de la Pax Romana y la del siglo III -de defensa-. Contemplamos la Vía Sepulcral romana, y pasamos saliva con dificultad pensando en que, no muy lejos, en las postrimetrías de la Catedral de Barcelona, no pocos fueron los ejecutados en la época romana.



Recorremos sus recovecos hasta llegar al Templo de Augusto: trozos de muralla, trozos de torres de vigilancia, ilusión de acueducto... y finalmente, vemos ese pequeño tesoro: Los restos del Templo que durante más de 400 años presidiera el foro de la ciudad. 




Y a pesar de los 2000 años de diferencia, un guiño de la historia reciente, nos hace al final del recorrido volver a los orígenes romanos, ya que como en aquella época, en la plaza de San Jaime, también se ubicara el poder político de la ciudad, el senado romano.

Como anécdota, Meritxell recuerda la figura de un importante patricio nacido en Barcino: Lucius Minicius Natalis, cuyo padre fue senador en Roma, proconsul de Libia y nada más y nada menos, que amigo del emperajor Trajano. También él llegaría a ser cónsul y procónsul de Libia, así como una figura destacada de los Juegos Olímpicos en Grecia, dado que uno de sus esclavos, se impusiese en las carreras de cuádrigas, ganando así unas Olimpiadas para Barcino.


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